El sistema de alertas rápidas para alimentos y piensos de la Unión Europea (RASFF) emitió una alerta de origen sanitaria el 10 de abril desde España. Se advirtió acerca de la detección de aflatoxinas, toxinas peligrosas para la salud, en los niveles superiores a los permitidos en pistachos provenientes de Turquía. Esta advertencia, clasificada como un 'riesgo grave', movilizó una necesidad urgente de retirar de inmediato estos pistachos del mercado, debido a que dichas toxinas vinculan su consumo con un incremento en la probabilidad de desarrollar cáncer.
Los lotes de pistachos han sido identificados y se ha iniciado el protocolo de retirada en todas las tiendas, supermercados y empresas de transformación de productos que los habían adquirido.

Factores detrás de la presencia de aflatoxinas en alimentos

Las aflatoxinas son producidas por el hongo Aspergillus, que suele encontrarse principalmente en regiones con clima cálido y húmedo. Su presencia se reveló durante un control fronterizo y el RASFF ordenó inmediatamente informar a los destinatarios de los posibles riesgos a la salud de la población. Pero, ¿cómo logran infiltrarse estas toxinas en ciertos alimentos? Se dan en condiciones de humedad y temperatura que favorezcan el crecimiento del moho, especialmente en una variedad de productos alimenticios almacenados como las nueces, cacahuetes, avellanas, almendras, higos secos, maíz, arroz, y también cereales en grano, entre otros. En general, estas toxinas pueden identificarse con relativa facilidad al observar el crecimiento de moho o manchas negras en la cáscara interna del fruto seco, evidenciando sequedad o un cambio de color peculiar.

Los peligros de las aflatoxinas y cómo afectan nuestra salud

Es fundamental entender que las aflatoxinas son arduas de eliminar, primeramente debido a su resistencia al calor. Con temperaturas de descomposición oscilando entre los 237°C y 306°C, muchos métodos de cocción habituales no son suficientes para exterminarlas. Lo más alarmante es el vínculo directo que existe entre el consumo de alimentos contaminados con estas toxinas y el aumento en la prevalencia del cáncer de hígado, según apunta el National Cancer Institute de Estados Unidos. Esta correlación ha provocado un esfuerzo continuado por monitorear y reducir su presencia en la cadena alimenticia desde 1960, contribuyendo a una disminución de la incidencia del cáncer de hígado en aquellos países que aplican rigurosos controles de seguridad alimentaria.

Prevención y control para mantener los alimentos seguros

Mantener la salubridad de nuestros alimentos y reducir la incidencia de las aflatoxinas comienza por mejorar las condiciones de cosecha y almacenamiento de alimentos susceptibles. Esto implica el control efectivo de la humedad y la ventilación, así como prevenir la presencia de insectos, para evitar el crecimiento del moho. Cualquier signo de deterioro en el alimento debe ser una alerta para descartarlo de inmediato. En un esfuerzo por minimizar el riesgo, la Unión Europea ha establecido límites máximos de aflatoxinas permitidos en alimentos para humanos y animales. Gracias a estas regulaciones y los exhaustivos controles y análisis de productos, se ha logrado reducir significativamente la incidencia de aflatoxinas en los alimentos disponibles para consumo. Sin embargo, las regiones con climas tropicales o subtropicales, donde la humedad es elevada y las condiciones de almacenamiento no son las ideales, tienen mayores desafíos a enfrentar. Para estos lugares, la Organización Mundial de la Salud recomienda la inspección visual de cereales y frutos secos para detectar y descartar aquellos que muestren signos de deterioro o daño de moho.
Este incidente nos sirve como recordatorio acerca de la importancia de un control riguroso sobre la calidad y seguridad de los alimentos que consumimos. Con las explicaciones adecuadas y las medidas precautorias necesarias, podemos mejorar nuestro bienestar y prevenir la aparición de enfermedades futuras. Esta alerta alimentaria nos motiva a tomar acción en nuestro propio beneficio, aprendiendo más acerca de los peligros alimenticios y cómo podemos evitarlos.
 

¿Qué es una alerta alimentaria de la RASFF?

Una alerta alimentaria de la RASFF (Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea) es una notificación oficial emitida cuando se identifica un riesgo potencial para la salud pública derivado del consumo de un alimento o producto alimentario. Estas alertas son parte de un sistema de vigilancia y respuesta rápida para proteger a los consumidores. 
El Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF) es una herramienta crucial implementada por la Unión Europea con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria y proteger la salud pública. Este sistema permite una comunicación eficaz y rápida entre los Estados miembros sobre riesgos potenciales que afectan a los alimentos o piensos, facilitando así la adopción de medidas necesarias para mitigar o eliminar dichos riesgos. Desde su creación en 1979, el RASFF ha demostrado ser fundamental en la prevención de riesgos para los consumidores y en la facilitación del comercio de alimentos seguros dentro y fuera de las fronteras de la UE.

Proceso de Detección y Notificación: 

El proceso comienza cuando se detecta un problema en un producto alimentario, ya sea por controles rutinarios, autocontroles de las empresas, notificaciones de otros países, o informes de consumidores o profesionales de la salud. 
Una vez identificado el riesgo, se activa un protocolo que incluye la evaluación del peligro, la trazabilidad del producto y la determinación de las medidas a adoptar. En España se canaliza a través de la AESAN, utilizando el Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI), se encarga de distribuir la información relevante a las autoridades competentes en las comunidades autónomas.

Tipos de Riesgos y Medidas

Los riesgos que pueden desencadenar una alerta alimentaria incluyen contaminación química, biológica (como bacterias patógenas), presencia de cuerpos extraños (como fragmentos de vidrio o plástico), o etiquetado incorrecto que pueda ocasionar alergias. Dependiendo de la gravedad y el alcance del riesgo, las medidas pueden variar desde la retirada del producto del mercado, pasando por la emisión de recomendaciones de no consumo hasta la realización de campañas informativas para alertar al público.
Las alertas alimentarias son una herramienta crucial en la protección de la salud pública. Permiten reaccionar de manera rápida y eficaz ante riesgos alimentarios, minimizando así la exposición de los consumidores a productos peligrosos. 
Además, estas alertas ayudan a mantener la confianza en el sistema de seguridad alimentaria, asegurando que los alimentos que llegan al consumidor son seguros y de calidad. La transparencia y la comunicación efectiva son elementos clave en la gestión de estas alertas para garantizar la protección y el bienestar de los consumidores.

También te puede interesar: